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Entre el 10 y el 15 de enero de 1993 se realizó en Santafé de Bogotá una reunión de dirigentes nacionales a la que asistieron miembros de los Comités Centrales de los partidos de Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Argentina, Chile, Perú, Ecuador y Colombia.
Esa reunión hizo un amplio intercambio de opiniones acerca de las discusiones más importantes que estaban en curso en la Liga Internacional de los Trabajadores. Se abordaron problemas teóricos, programáticos, políticos y, también, la crisis de la propia Internacional. La reunión, mediante la discusión democrática pudo comprobar a lo largo de su desarrollo la gravedad de la crisis y la profundidad de las divergencias políticas que existían al interior de la Internacional. Igualmente concluyó la reunión que las orientaciones políticas que venía implementando la dirección de la LIT-CI cuestionaban nuestras bases teóricas, programáticas, políticas y metodológicas y, por lo tanto, amanazaban la existencia misma de la Internacional.
A partir de ese momento iniciamos una lucha al interior de la LIT para revertir ese curso liquidacionista, que dio origen al agrupamiento que después del V Congreso de la LIT rompió con la Internacional y formó el CITO.
La Convocatoria a esta reunión decía:
"Consideramos que desde el pasado Congreso Mundial hasta la fecha la crisis de la Internacional se ha profundizado en todos los terrenos: teórico, programático, político y metodológico. El CEI de octubre de 1992, por su división política frente a Brasil --que le impidió votar ninguna política al respecto--, por su no discusión de la crisis de España --nuestra principal sección europea--, y por el contenido de las resoluciones que sí logró votar --en relación a Yugoslavia, a Cuba y al rearme teórico-programático--, es la más clara muestra de este proceso.
"El curso que imprime a la Internacional la mayoría que ganó el pasado Congreso Mundial -que hoy se expresa en el SI y en la mayoría del CEI- tiene una tendencia cada vez más peligrosa hacia el revisionismo, es decir hacia el abandono de los pilares fundamentales en los que se asienta la Cuarta Internacional y nuestra corriente morenista en particular. Nuestra política, desde la ex Yugoslavia hasta Maastricht, desde Brasil hasta Cuba, se aleja cada vez más del método del Programa de Transición y se desliza crecientemente hacia el etapismo. (...)
"El epicentro de todas las desviaciones está en haber abandonado nuestra tradicional definición y método marxista y de clase: el enemigo de la clase obrera mundial, al que tenemos que derrotar para hacer la revolución socialista, es el imperialismo y la burguesía."
En las pocas semanas que median entre la publicación de la Convocatoria y las sesiones de esta reunión, la derechización de la dirección internacional se ha agravado enormemente y ha dado un gravísimo salto, que se pone de manifiesto en la resolución del SI sobre Somalia. El imperialismo ha invadido un país atrasado. La reacción que cabía esperar, no ya de un revolucionario trotskista sino de cualquier pequeñoburgués antiimperialista, era un estallido de odio, un llamado apasionado a la guerra, a tomar las armas para expulsar a la canalla imperialista. ¡Pero la dirección de nuestra Internacional hace un llamado a la "paz"!
Cabía esperar que, ante la hambruna que asola Somalia, no ya un revolucionario trotskista sino cualquier reformista honesto denunciara que está causada por el capitalismo y proclamara que la única solución es el socialismo. ¡Pero la dirección de nuestra Internacional dice que la causa del hambre son las dictaduras y que la solución es la democracia burguesa!
Cabía esperar que la dirección de una Internacional trotskista impulsara la toma del poder por los trabajadores, el gobierno obrero y campesino, como única solución a la trágica situación que sufre el pueblo somalí. ¡Pero la dirección de la Internacional afirma que la solución para Somalia y toda el Africa es que haya gobiernos burgueses, siempre y cuando sean "democráticos"!
La dirección de la Internacional venía cayendo en una política etapista, en formular un programa mínimo democrático para el presente ("independencia" en la ex Yugoslavia, "referéndum" para Maastricht, "elecciones" para Brasil y Cuba), y un programa máximo socialista para un futuro indefinido. Pero con la resolución sobre Somalia da un salto cualitativo. ¡Ya ni siquiera propone una política de revolución por etapas! ¡Ya ha reducido todo nuestro programa a un lacrimoso llamado "humanitario" que puede firmar cualquier pequeñoburgués liberal y pacifista!
Hasta ahora veníamos sosteniendo que la dirección de la Internacional capitulaba a la reacción democrática. Pero en su política hacia la ex Yugoslavia, que pintaba a los cascos azules no como una fuerza de intervención imperialista sino como fuerzas de paz, ya empezaba a capitular a las tácticas militares del imperialismo. Con la Resolución sobre Somalia esa capitulación queda al desnudo, porque en ella se pone el centro de nuestra política la solución de los problemas y sufrimientos de las masas (el hambre, las guerras), no en la derrrota política y militar del imperialismo y en la toma del poder por los trabajadores a través de una insurrección violenta, sino en los llamados a la paz y a la democracia burguesa.
Pareciera que la dirección internacional ha perdido completamente la pasión por la revolución obrera y socialista y por la construcción de los partidos y de la Internacional que la dirija. Cuando más tenemos que defender nuestra solución, el socialismo , menos lo defendemos y más nos sumamos a la campaña de la reacción de que ha muerto y de que la única salida es la democracia burguesa. Esto se manifiesta incluso en el lenguaje que emplea: en sus últimas resoluciones, documentos y declaraciones, prácticamente ha eliminado las expresiones que solíamos utilizar de "revolución socialista", "movilización revolucionaria de las masas", "toma del poder por los trabajadores", "construcción de partidos trotskistas de la Cuarta Internacional". En su lugar aparecen términos propios del periodismo liberal, agente "de izquierda" de la reacción democrática y de los medios militares que el imperialismo emplea crecientemente contra las masas a escala mundial.
La Convocatoria a esta reunión sostenía:
"Nuestros partidos y nuestra Internacional van perdiendo su carácter bolchevique. La expresión superior de este proceso es que nuestra LIT avanza cada día más a convertirse en una federación de partidos nacionales y corrientes internacionales, perdiendo su estructura democráticamente centralizada para convertirse en un agrupamiento de tipo poumista, que mantiene su 'unidad' sobre la base del consenso como método permanente hacia la base y las sordas y poco claras 'luchas políticas' en la cúpula. En este marco se acentúan también tendencias nacional-trotskistas.
"Esta dinámica encierra dos peligros mortales:
Ratificamos esta caracterización. Y añadimos que la situación es aun más grave. Si no se podían construir una Internacional y partidos nacionales trotskistas con una política revisionista que degeneraba hacia el etapismo, menos se los podrá construir con una política liberal-humanista pequeñoburguesa como la que se levanta en Somalia.
Creemos necesario salir al paso de este curso que amenaza la existencia misma de nuestra Internacional. Vamos a dar una lucha organizada para revertirlo. Estas Conclusiones son el primer paso de esa lucha hacia el próximo Congreso Mundial de nuestra Internacional.
En la primera parte de estas Conclusiones, sintetizaremos nuestras diferencias con la dirección de la Internacional (y las de algunas secciones) en torno a los siguientes puntos:
La segunda parte de estas conclusiones se refiera a nuestra caracterización sobre la profundización de la crisis de nuestra Internacional, y a nuestras propuestas para superarla.
La Resolución sobre la ex URSS, nuestro programa y la orientación del trabajo partidario ( Boletín Internacional - Resoluciones del IV Congreso Mundial , marzo de 1992), votada por mayoría --y a la cual varios de los firmantes de estas Conclusiones se opusieron presentando un documento alternativo--, es un documento ecléctico, con algunas definiciones correctas, pero con otras totalmente equivocadas.
1) Parece afirmar que los Estados del Este eran Estados obreros cuando dice: "La historia ha confirmado el análisis teórico de Trotsky de que la casta privilegiada de la URSS constituía una burocracia y no una nueva clase capitalista de Estado" (pág. 12). Pero luego da una definición no marxista, de tipo periodístico: La URSS era una "cárcel de pueblos" (págs. 18, 19 y otras), dentro de la cual "Rusia... siempre tuvo aspiraciones imperialistas" (pág 18). Esta definición de hecho niega el carácter obrero burocráticamente degenerado de esos Estados y apunta a poner un signo de igualdad entre la burocracia opresora de nacionalidades y el imperialismo. A partir del último Congreso Mundial se ha operado una rápida evolución hacia posiciones no marxistas, renegando del análisis trotskista de los Estados obreros. En el último congreso del partido argentino, Andrés Romero, miembro del CEI, afirmó: "Yo creo que han dejando de ser estados obreros hace mucho" ( VI Congreso Nacional - Informes y Resoluciones , pág. 22). El documento Notas sobre la discusión internacional de programa del compañero Jesús( alto dirigente del partido Español y ex miembro del CEI) tiene todo un capítulo titulado Por qué defiendo que no eran estados obreros burocráticos . Y un documento titulado Hipótesis , del compañero Roberto Ramírez, director de Correo Internacional y miembro del CC del partido argentino, plantea que un concepto "a desarrollar" es el de "la URSS como imperio... el Estado central de la URSS fue un imperio burocrático sobre más de cien nacionalidades" . Aunque se trata de posiciones todavía dispersas y no desarrolladas en documentos oficiales, y que puede ser legítima una discusión sobre el carácter de los Estados Obreros, muestran una clara tendencia a revisar y renegar de nuestra herencia teórica, principista y programática. Pero lo más grave es que la dirección de la Internacional, sin que la Internacional lo haya discutido, ya basa su política hacia los Estados obreros y el curso de la revolución política en estas definiciones, como queda evidenciado en los puntos abajo detallados.
2) Consecuente con esta definición, la resolución celebra la fragmentación de la URSS en diversos países, todos ellos más dependientes y semicolonizados por el imperialismo, a través de guerras nacionales en curso o que amenazan con estallar, cuando dice: "La URSS no existe más, el estado soviético se disgregó. Los pueblos y nacionalidades de la ex- URSS no derraman ni una lágrima por ese hecho" (pág. 29). De esta forma se suma a la alegría del imperialismo por el inicio de la destrucción de una de las máximas conquistas del proletariado mundial en toda su historia, que seguía siendo una conquista a pesar de la degeneración stalinista y de la debacle económica que provocó la burocracia en el último período.
3) En relación a las consignas de poder para la Federación Rusa, la resolución en su punto programático propone, para las entidades locales y regionales, un régimen obrero basado en organismos soviéticos o semisoviéticos: "elección democrática en todos los colectivos de los trabajadores de los Consejos... que los trabajadores electos formen gobiernos provisorios locales y regionales" (pág. 29). Pero, para el conjunto de la Federación Rusa, no propone que los trabajadores derroquen a la burocracia restauracionista a escala de la Federación y tomen el poder, sino "que se convoque a elección de una Asamblea Constituyente libre y soberana de Rusia" (pág. 30). De esta forma propicia la disgregación de la Federación Rusa, y pretende solucionar los problemas nacionales no a través de una política para movilizar a las masas en forma revolucionaria, sino a través de los mecanismos de la democracia burguesa.
Aquí aparece ya el abandono de lo que nuestra corriente definió como consigna central y eje de nuestro programa hacia los Estados obreros: la Federación Socialista. Los trotskistas ortodoxos siempre defendimos y seguimos defendiendo el derecho a la autodeterminación nacional de las nacionalidades oprimidas por la burocracia y llamamos a luchar para que ese derecho sea respetado, incluso hasta la independencia de esas naciones si así lo desean. Es parte de nuestro programa de revolución política, como lo es también la lucha por las libertades democráticas contra el totalitarismo burocrático, por la defensa del nivel de vida de los trabajadores, contra los privilegios de la burocracia, contra las guerras entre Estados obreros, por la defensa del Estado obrero frente al imperialismo. Todas estas tareas se sintetizan en la toma del poder por los trabajadores con sus propios organismos y un partido revolucionario internacionalista al frente, para construir una Federación Socialista libre . Esta no es una consigna para el futuro; es la consigna más concreta en la situación actual , la única que puede resolver la catástrofe en que han caído los Estados obreros por culpa de la burocracia y el imperialismo: el derrumbe económico y sus consecuencias trágicas para las masas, las guerras entre nacionalidades, el proceso en curso de semicolonización y restauración del capitalismo.
Pero la Resolución no dice que la dictadura revolucionaria del proletariado que construya una Federación Socialista libre es lo único que garantizará verdaderamente el derecho a la autodeterminación nacional; no dice que no puede existir verdadera autodeterminación e independencia dividiendo al Estado obrero en múltiples países con direcciones y gobiernos burocráticos restauracionistas y bajo el control del imperialismo. Todo lo contrario: la Resolución plantea que la solución para que la Federación Rusa no vaya al mismo desastre que Yugoslavia, es que la cuestión nacional se resuelva a través de la democracia burguesa, de la Asamblea Constituyente.
4) La resolución propone una "verdadera reconversión del complejo industrial militar bajo el control de sus obreros, ingenieros y especialistas" (pág. 28). Esto significa que está por el desarme nuclear de Rusia y de los demás países de la ex URSS y, para peor, lo plantea como desarme unilateral puesto que no reclama simultáneamente el desarme del imperialismo. Esta política rompe con toda nuestra tradición de estar en contra del desarme de todo país no imperialista (sea capitalista semicolonial u obrero), cayendo en un pacifismo pequeñoburgués de carácter reaccionario, en el preciso momento en que el imperialismo tiene la política de desarmar a los Estados obreros y a los países atrasados, para detentar el monopolio absoluto del armamento para utilizarlo contra la revolución mundial.
Sostenemos que la política para la ex Yugoslavia que se expresa en la Resolución del SI, ratificada por mayoría en el CEI de octubre de 1992, es totalmente equivocada, y nos pronunciamos por la línea general del documento de la minoría del CC del partido argentino (BDI No. 1), por las siguientes razones:
1) La Resolución del SI tiene como eje la lucha contra la agresión serbia al pueblo bosnio. Para nosotros debe partir de la lucha contra la intervención política y militar imperialista en la región, expresada en las sanciones decretadas por la ONU, el no reconocimiento por ésta de Serbia-Montenegro, el bloqueo marítimo a Serbia y, fundamentalmente, la invasión a la ex Yugoslavia por 20.000 cascos azules. Por el contrario, embellece la intervención militar imperialista minimizando el bloqueo (a pesar de que sobran datos de que está haciendo estragos en la economía serbia) y definiendo a los cascos azules como "fuerzas sin poder ofensivo... de interposición... [que] ayudan a mantener el statu quo" . La Resolución dice, pues, lo mismo que dice el imperialismo: en la ex Yugoslavia no hay intervención militar sino "fuerzas de paz". (Una resolución anterior del SI exigía a la ONU que no reconociera a Serbia-Montenegro: eso es exactamente lo que hizo la ONU, pero la nueva resolución guarda al respecto un silencio vergonzante porque la propia lógica de la política que defiende la lleva a apoyar las medidas imperialistas contra Serbia.)
Una resolución trotskista ortodoxa debería arrancar de la lucha contra la intervención militar y política imperialista. Lejos de ponderar a los cascos azules, los debería denunciar como lo que son: mercenarios al servicio de la cueva de bandidos imperialistas que es la ONU, como lo demostraron en Corea, El Líbano y tantos otros sitios. Y en lugar de guardar silencio sobre las sanciones de la ONU y de "condenar" al bloqueo por "ineficaz", debería exigir que cesen las sanciones y el bloqueo. 2) La Resolución ignora el hecho de que el imperialismo interviene política y militarmente en la región, usando las contradicciones y choques de los diferentes gobiernos burocráticos, al servicio de su estrategia de restauración capitalista y para derrotar al proceso de revolución política. Las palabras "restauración capitalista" no existen en toda la Resolución, ni tampoco levanta un programa de lucha contra ella ni contra quienes la impulsan: el imperialismo y todas las burocracias gobernantes. Tampoco existen las palabras "revolución política" ni se levanta un programa para movilizar a la clase obrera para que la lleve a cabo tomando el poder. En las consignas, para hoy, sólo llama a derrocar a Milosevic y no a los gobiernos burocráticos restauracionistas y proimperialistas de Croacia, Eslovenia, Bosnia y Macedonia.
Una Resolución trotskista ortodoxa, frente a la guerra en curso en Yugoslavia, debería tener como eje el desarrollo de la revolución política, que pasa por el llamado a los trabajadores de toda la ex Yugoslavia a movilizarse para expulsar al imperialismo, a combatir la criminal política de la burocracia y del imperialismo de disgregar a Yugoslavia y enfrentar a los trabajadores de las diferentes nacionalidades en guerras nacionales para defender sus propios privilegios, a luchar contra la restauración capitalista impulsada por esas burocracias aliadas al imperialismo o a diferentes potencias imperialistas, a derrocar a todas las burocracias y a tomar el poder.
3) La Resolución encara con una concepción etapista la cuestión nacional, levantando dos programas: uno mínimo de independencia y autodeterminación nacional para el presente y otro máximo de "Federación Socialista de los Balcanes" para el futuro, por ejemplo cuando dice: "Sobre la base del incuestionable derecho a la independencia, luchando por gobiernos obreros y populares en las distintas repúblicas, se podrán ir... dando pasos concretos hacia... [la] federación... ¡Pero para que eso mañana sea posible, hoy hay que luchar por la independencia de Bosnia y de todos los pueblos que han decidido separarse de Yugoslavia!" (subrayados nuestros). De esta forma encara las justas luchas por el derecho a la autodeterminación nacional con un programa de independencia en el sentido democrático burgués del término. Esto es una utopía reaccionaria porque el resultado de este tipo de "independencia" es la constitución de varios países mucho más dependientes y sojuzgados por el imperialismo --directamente o a través de los gobiernos burocráticos restauracionistas-- en todo terreno: económico, político y militar. Hasta tal punto es etapista el programa y burguesa la concepción de la "independencia" en la que se sustenta, que la Resolución se niega a levantar la única consigna concreta para combatir hoy la política del imperialismo y de las diferentes burocracias: la Federación Socialista libre de Yugoslavia . Al contrario, levanta la consigna de Federación Socialista para los Balcanes y Europa, que es correcta y debe ser parte del programa, pero no sirve para combatir hoy a los gobiernos burocráticos de las diferentes repúblicas de la ex Yugoslavia ni al imperialismo porque diluye el problema concreto de la fragmentación y la guerra en la ex Yugoslavia en una formulación general. De esta forma, la Resolución capitula a los gobiernos y direcciones burocráticos, restauracionistas y proimperialistas de Croacia, Eslovenia, Bosnia y Macedonia . Y también capitula al imperialismo , cuya política actual es dividir a la ex Yugoslavia y subdividir a Bosnia, cantonizándola con el argumento de la independencia de las nacionalidades.
Una Resolución trotskista ortodoxa debería arrancar diciendo que no hay ninguna solución al problema nacional si los trabajadores no vuelven sus armas contra sus propios gobiernos burocráticos, los derrocan, expulsan al imperialismo, toman el poder instaurando la dictadura revolucionaria del proletariado y construyen una Federación Socialista libre de Yugoslavia. Sólo esa Federación, no el imperialismo ni las burocracias restauracionistas aliadas a él , puede garantizar el respeto al derecho a la autodeterminación nacional. Sólo en este marco es correcto levantar la defensa del pueblo bosnio frente a la agresión de Milosevic , es decir la defensa de su derecho a la autodeterminación nacional. Pero, junto con esto, denunciamos a Milosevic, no sólo por agredir a los bosnios, sino también por no enfrentar la intervención militar imperialista. Y, consecuentes con esta concepción, declaramos que el centro de nuestra política será apoyar militarmente a Serbia en todo enfrentamiento armado con el imperialismo.
4) La Resolución se hace eco de la política de reacción democrática que aplica el imperialismo para llevar a cabo su estrategia de destrucción de los Estados obreros y restauración del capitalismo. Levanta la misma campaña seudohumanitaria de los imperialistas, denunciando el "genocidio" serbio como argumento fundamental para definir nuestra política, pero no denuncia, por ejemplo, que los croatas --apoyados por el imperialismo alemán-- también usan métodos genocidas, no sólo contra los serbios sino también contra los musulmanes de Bosnia. Tampoco denuncia que cuando el gobierno bosnio pide al imperialismo que intervenga militarmente a mayor escala lo está llamando a que ejecute otro genocidio similar al de Vietnam o Irak.
En los documentos Aporte al debate sobre la guerra en Yugoslavia y la cuestión nacional e Informe para la discusión sobre Yugoslavia ( Boletín de Discusión Internacional No. 1 ), los compañeros Andrés Romero y Roberto Ramírez respectivamente, polemizando contra el documento de la minoría del CC argentino Por qué discrepamos con la posición del SI sobre Yugoslavia (ídem), van más allá en este camino hacia el "humanitarismo" liberal, puesto que ponen como elemento central para la definición de nuestra política el problema del "genocidio" serbio contra los bosnios. Nosotros, como revolucionarios trotskistas, estamos en contra del empleo de métodos genocidas como los que utiliza Milosevic en su agresión a los bosnios, de la misma forma que estamos en contra de los que utiliza Hussein contra los kurdos, y condenamos a ambos. Pero no definimos nuestra política en función de qué bando utiliza métodos más genocidas sino de un análisis político de las fuerzas enfrentadas. Y, donde interviene el imperialismo, nuestra política arranca de combatirlo, porque es el enemigo al que nuestra clase tiene que derrotar para hacer la revolución socialista mundial, y además porque es el mayor, más sangriento y más poderoso genocida de nuestros días.
5) Aunque la Resolución llama a construir partidos trotskistas, ese llamado es totalmente hueco, puesto que no puede haber partidos trotskistas cuyo eje no sea la lucha contra el enemigo de clase imperialista-burgués-capitalista ni el derrocamiento de todos los gobiernos de la burocracia para que tome el poder la clase obrera. Con esta política, lejos de construir partidos trotskistas en la ex Yugoslavia, lo único que podemos construir son partidos de oposición democrática a Milosevic en Serbia y nacionalistas radicales en las restantes repúblicas.
El último CE acaba de votar una Resolución titulada Nuestro programa para Cuba ( Correo Internacional Nº 60, págs. 44-45), que presenta las siguientes características:
1) Elimina nuestra definición de Cuba como Estado obrero. Las palabras "Estado obrero cubano" no existen en el documento, siendo reemplazadas por "conquistas sociales" con "régimen dictatorial castrista" (pág. 44). Además sostiene que "La Cuba de Castro no tuvo ni tiene nada que ver con el socialismo " (pág. 45, subrayado nuestro), lo cual daría a entender que, para los compañeros, lo que hubo en Cuba no fue una revolución socialista que cumplió una fundamental tarea socialista: expropiar a la burguesía y al imperialismo .
2) El documento declara que lo que está planteado en Cuba es "el programa de la revolución política" (pág. 4) y dice estar a favor de un "régimen de democracia obrera y revolucionaria" (ídem). Pero luego aclara que ese régimen no significa --como siempre hemos sostenido-- la toma del poder por la clase obrera, con sus propios organismos democráticos y un partido revolucionario internacionalista al frente, es decir la dictadura revolucionaria del proletariado. Por el contrario, aunque llama a la constitución de "sindicatos libres independientes del Estado" (ídem) y otros organismos, no llama a los trabajadores a que tomen el poder con esos sindicatos y organismos. El régimen que proponen los compañeros es la democracia burguesa: "las elecciones democráticas y pluripartidistas a todos los cargos públicos" (ídem).
3) El documento no defiende la economía estatizada de la restauración capitalista que impulsan tanto Castro como el imperialismo. No tiene consignas contra la restauración. Plantea que "los trabajadores cubanos sean los dueños de la economía" , los que "mediante sus propias organizaciones independientes... elaboren y discutan los planes económicos" (pág. 44). Pero no dice que para poder hacer todo eso los trabajadores deben tomar el poder con sus propias organizaciones, no relaciona el "ser dueños de la economía" con el régimen de la dictadura revolucionaria del proletariado. Al proponer que los trabajadores sean "dueños de la economía" bajo el régimen democrático burgués de las "elecciones democráticas y pluripartidistas a todos los cargos públicos", el SI y la mayoría del CEI plantean algo parecido a la cogestión, que es una transición hacia la economía burguesa.
4) El documento dice "defender" a Cuba frente al imperialismo, y denuncia al bloqueo, agravado por la Ley Torricelli. Estamos totalmente de acuerdo en luchar contra el bloqueo y, más aún, contra la presencia militar imperialista en Guantánamo; para nosotros eso es parte de nuestra tradicional defensa incondicional de todo Estado obrero. Pero desgraciadamente, lo que plantea la Resolución no es esa defensa incondicional. El texto que se votó en el CEI tenía la siguiente frase, que ha sido omitida en la versión que aparece en Correo Internacional:
"No se puede defender a Cuba eficazmente frente a la agresión imperialista sin hacer la revolución política y derrocar a Castro" (documento presentado y votado en el CEI, pág. 2)
Esto equivale a decir que no se podía defender a Corea del Norte ni a Vietnam ni a la propia Cuba (cuando la invadió el imperialismo en Bahía Cochinos) sin derrocar a Kim Il Sung, Ho Chi Minh y Castro respectivamente. Señalamos esto porque este documento del CEI fue precedido por otro, titulado Por una política trotskista para Cuba , que fue votado mayoritariamente por el CC del partido argentino, que decía: "... subordinado al objetivo de la revolución política, debemos saber levantar consignas específicas toda vez que el imperialismo agreda a Cuba. Somos categóricos, no es al revés ni simultáneamente, sino que siempre estas consignas se subordinan al objetivo principal" (pág. 3, subrayados nuestros).
Para la mayoría del CC argentino, el objetivo principal a escala de cada uno de los países no es derrotar a la contrarrevolución, bajo la forma que ésta adquiere en cada momento. Normalmente la contrarrevolución se expresa a través del régimen y gobierno existentes, sean burgueses o burocráticos: por eso nuestro programa se centra en la lucha contra ellos. Pero hay ocasiones en que se expresa a través de la agresión militar del imperialismo o sus agentes contra los países atrasados (la contra en Nicaragua, agresión directa en Irak, por ejemplo) o contra los Estados obreros (Vietnam ayer, hoy Yugoslavia): entonces, nuestra política pasa a tener como centro la lucha contra esa agresión. Para la mayoría del CC argentino, en cambio, si el imperialismo ataca militarmente a Cuba, nuestro "objetivo principal", seguirá siendo derrocar a Castro y no derrotar a la agresión imperialista. Con esta posición los compañeros abandonan por completo nuestra tradición, no sólo respecto a los Estados obreros sino incluso, por ejemplo, a la política que tuvimos en Malvinas, Irak, la propia Cuba cuando Bahía de Cochinos, donde dejamos de llamar coyunturalmente al derrocamiento de los gobiernos y pusimos en el centro la unidad de acción o el apoyo militar para derrotar al imperialismo, mientras los denunciábamos por su inconsecuencia o incapacidad para enfrentarlo.
Independientemente de que se haya intentado retocar el documento del CEI para que no saltara tan a la vista que se subordina la lucha contra una eventual agresión imperialista al derrocamiento de la burocracia, no hay nada en ninguno de los dos documentos que rescate nuestra tradicional posición de que somos patriotas de los Estados obreros, en este caso de Cuba, frente al imperialismo y la burguesía. De esta forma la dirección internacional pierde por completo la ubicación de clase, como también le ocurre en Yugoslavia y Brasil.
5) La Resolución del CEI dice: "Queremos las más amplias libertades para los trabajadores y el pueblo cubano. La más amplia libertad de expresión y manifestación... la libre formación de partidos políticos y el acceso de los mismos y en condiciones de equidad a los medios de prensa" (pág. 44). Los compañeros proponen que tengan total libertad de expresión y organización incluso aquellos sectores que apoyan el bloqueo del imperialismo yanqui a Cuba. Rompen así con nuestra tradición de no estar a favor de conceder libertades a los portavoces políticos de la contra en Nicaragua, ni a los que pedían a gritos la invasión de los marines a Panamá. Nuevamente se trata de la defensa de las libertades en general, perdiendo de vista completamente los intereses de clase. La posición trotskista debe ser la de luchar por las más absolutas libertades para la clase obrera y para todos los sectores que se pronuncien en contra del bloqueo y demás medidas imperialistas contra Cuba.
En síntesis, el documento del CEI se caracteriza por no levantar el programa de la revolución política en sus dos aspectos centrales: la lucha por el derrocamiento de la burocracia para instaurar una dictadura revolucionaria del proletariado, y la defensa incondicional del Estado obrero cubano frente al imperialismo. Por esta vía, los compañeros nos proponen una política que nos puede llevar a no presentar una salida obrera revolucionaria a la inevitable crisis del régimen burocrático de Castro, a no jugarnos la vida en defensa de Cuba si el imperialismo la ataca, e incluso a capitular ante movimientos (militares o no) de los gusanos de Miami o de sectores procapitalistas internos a la propia Cuba que hoy mismo están levantando exactamente la misma consigna de régimen que el CEI: las "elecciones democráticas y pluripartidistas".
Nosotros sostenemos que mientras no esté en curso o en preparación una agresión militar, el eje de nuestra política es la lucha contra el régimen castrista. Queremos echar a Castro porque todo lo que hace va en contra de esa gigantesca conquista que es el estado obrero cubano. Porque está empezando a restaurar el capitalismo, atacando a las conquistas de la revolución socialista. Porque no da libertades a los trabajadores cubanos e impide que se movilicen. Porque su política internacional también es traidora, de desmovilización de la clase obrera y las masas, de conciliación con el imperialismo. Y también porque, en lugar de defender a Cuba del bloqueo yanqui de la única forma posible, llamando a la movilización revolucionaria nacional e internacional de los trabajadores, Castro cede a las presiones imperialistas, abre las puertas de Cuba a los monopolios y arroja todo el peso de la crisis sobre las espaldas del pueblo trabajador y, de esta forma, hará que Cuba pierda otra de las grandes conquistas de la revolución: ser un país independiente del imperialismo.
Aunque esta Resolución ( Boletín Especial de Informaciones Internacionales - Resoluciones Políticas, CEI - Mayo de 1992 ) aborda aspectos parciales de la política del imperialismo a escala continental, no define correctamente la contraofensiva imperialista ni los efectos de ésta en los últimos años ni la correlación de fuerzas entre las clases. Por otra parte, plantea una línea de intervención en el movimiento obrero totalmente equivocada.
1) La Resolución no ubica a la ofensiva imperialista de semicolonización y explotación de las naciones latinoamericanas como elemento central para definir la situación. Hasta tal punto la minimiza que, en la parte de caracterización, no hay un sólo subtítulo sobre esa ofensiva. No se plantea que las privatizaciones, los despidos masivos de empleados públicos, el Plan Brady (que conduce a pagar mayores cuotas de las deudas externas y a un mayor endeudamiento), la "apertura de las economías" para que los yanquis conquisten nuevos mercados, la liquidación de las industrias "no competitivas" con los consiguientes despidos en masa, los salarios de hambre son parte de un plan de conjunto del imperialismo. No se dice que ese plan se plasma en acuerdos colonizantes "de libre comercio", como el NAFTA.
Más aún, se sostiene de hecho que esta ofensiva comenzó a fracasar, cuando dice: "todo indica que este año [1992] no se firmará... el Tratado de Libre Comercio" (pág. 6). El hecho es que el Tratado se firmó y se viene aplicando; que se firmó otro tratado de igual signo en América Central; que se habla de la incorporación al NAFTA de Chile y de Colombia y, quizás, ante la crisis del Mercosur, también de Argentina. En el programa se levantan consignas contra los planes de ajuste, pero se las toma como políticas nacionales: no se arma a los partidos para el combate contra el plan imperialista de conjunto, el cual tiene un significado similar a la política de Maastricht para la semicolonización de los países del Este.
2) La Resolución define mal la relación de fuerzas entre el movimiento obrero y de masas latinoamericano y el imperialismo y las burguesías. Reconoce formalmente que "el imperialismo logró avances en los últimos dos años" (pág. 3). Pero vuelve a caer en el objetivismo cuando afirma: "la tendencia... es a un mayor desarrollo de la resistencia contra los planes fondomonetaristas y los gobiernos que los aplican... a una mayor inestabilidad política..." (pág. 9); "las salidas para el imperialismo serán más difíciles y duras" (pág. 3); "la dinámica no la marcan Chile y Argentina, sino Venezuela y Perú, en el sentido de cada vez más crisis, desestabilización, caos, polarización..." (pág. 5). De esta forma, igual que hacíamos en 1990, sostiene en forma objetivista que si hay crisis hay ascenso del movimiento obrero y de masas, y pone un signo de igualdad entre ascenso (Venezuela) y retroceso (Perú). Con este método, ignora que la relación de fuerzas entre las clases en América Latina es desfavorable al movimiento obrero y de masas y favorable al imperialismo , que ha derrotado a Centroamérica, hecho retroceder a todo el Cono Sur (con la posible excepción de Uruguay), que venía derrotando a Brasil (y, hasta donde sabemos, la caída de Collor no ha significado que la clase obrera retomara la ofensiva).
3) La Resolución sostiene, también en forma objetivista, que a escala continental "crece el proceso de reorganización del movimiento obrero" (pág. 7). En la realidad ocurre todo lo contrario: los únicos organismos que tiene la clase obrera, los sindicatos tradicionales, se vienen debilitando en forma sistemática debido a los triunfos del plan imperialista-burgués y a las traiciones de la burocracia, y no han surgido nuevos organismos que puedan sustituirlos. La excepción, no la regla, es que en muy pocos países (Venezuela, Brasil) surgen corrientes que se ubican a la izquierda de la burocracia tradicional, dentro de los sindicatos existentes.
También es objetivista en relación a la conciencia, porque afirma que el hecho de que los trabajadores apoyen al bonapartismo burgués de Fujimori en Perú y de Chávez en Venezuela, o que vayan hacia salidas frentepopulistas en Bolivia y Brasil, son "avances en la conciencia" (págs. 8 y 4).
4) De estas falsas definiciones surge una falsa conclusión: se "nos abren mejores condiciones para... la pelea por la dirección del movimiento de masas" (pág. 9). Y también surge una falsa orientación: "participar en la reorganización del movimiento obrero" (pág. 10). Esta línea lleva a nuestros partidos a estrellarse contra la pared y a capitular a cualquier corriente burocrática "de izquierda" o a cualquier sector de la vanguardia de las luchas anteriores, hoy totalmente desmoralizada. De esta forma, la Resolución no plantea la única política trotskista en esta situación de la lucha de clases: Por el proceso objetivo de la lucha de clases y por la crisis de nuestras secciones , no hay condiciones para que peleemos hoy "por la dirección del movimiento de masas"; debemos pegarnos al proceso de resistencia, defensivo, de nuestra clase; levantar un programa de lucha contra el plan y la ofensiva imperialista-burguesa a escala continental y a la forma en que éste se aplica en cada país, con consignas de transición para elevar esas luchas al enfrentamiento a los gobiernos y regímenes y al imperialismo y, como eje central, fortalecer a nuestros partidos en el proletariado como partidos de vanguardia , única forma de que empecemos a revertir la crisis. Sólo con este marco podremos aprovechar las oportunidades de ganar a sectores o corrientes de vanguardia allí donde efectivamente aparezcan.
5) La Resolución contiene elementos revisionistas en dos aspectos íntimamente ligados: la cuestión del poder y el carácter de nuestros partidos. En una parte de los "Ejes programáticos" levanta nuestra clásica consigna de gobierno obrero y campesino (pág. 10), pero simultáneamente plantea que, contra la "democracia corrupta y de los ricos" , nosotros luchamos por la "democracia directa impuesta por el pueblo" (pág. 9). Esta última formulación rompe con el marxismo y el trotskismo ya que da al gobierno que proponemos un carácter "popular", no de dictadura del proletariado.
Paralelamente, la Resolución reconoce que "los últimos grandes procesos de la lucha en distintos países tuvieron composición y características no centralmente obreras sino fuertemente populares" (pág. 5). Pero saca la conclusión de que la situación en América Latina "abre mejores condiciones para la construcción de nuestros partidos" (pág. 9). Nuestros partidos se construyen en la clase obrera, y si ésta no acaudilla la movilización (como lo hizo hasta 1988-89) nosotros estamos en peores condiciones para construirnos. Con esta definición, ampliamente difundida en el período de las peores desviaciones movimientistas, la Resolución abre la puerta a la concepción de que el partido se construye estratégicamente en "los sectores sociales que luchan" (el estudiantado, el campesinado, la pequeña burguesía urbana), no en la clase obrera. Esta concepción ha llevado a la dirección de nuestro partido brasileño a priorizar a la juventud estudiantil, que fue la que más se movilizó en la lucha democrática contra Collor, como eje para construir el partido.
Frente a la movilización de las masas que produjo la caída del gobierno de Collor y que abrió una crisis en el régimen democrático burgués, nuestro partido puso el centro de su política en una consigna negativa (Fuera Collor) y en la exigencia de elecciones inmediatas. En Nuestras conclusiones en relación a la discusión sobre Brasil , un documento presentado al CEI por la dirección del partido brasileño, ésta se autocriticó de no haber levantado en el punto culminante de la crisis la táctica de gobierno obrero y campesino. Pero al explicar cuál fue su error, plantea toda una concepción opuesta a la del Programa de Transición, cuando dice:
"Pero la alternativa de clase ("que Lula rompa con la burguesía, tome el poder y gobierne apoyándose en los organismos sindicales y populares con un programa anticapitalista") no resolvía todos los problemas (...) se hacía necesario tener una política, no a mediano plazo, ni siquiera para dentro de un mes, sino para ya mismo . Esta propuesta concreta no podía ser en el terreno de clase ya que ésta no tenía ninguna condición de asumir el gobierno (...). Se trataba de buscar una propuesta concreta, que respondiese a la necesidad de poner a alguien en el gobierno que no fuese ni Collor ni su vice Itamar, y se trataba de que esa propuesta estuviese de acuerdo con el nivel de conciencia de las masas en ese momento. Esa respuesta sólo podía ser en el campo de la democracia burguesa . El partido brasileño mantuvo, pues, su consigna de `Elecciones generales... (p. 5, subrayados nuestros).
Luego la dirección del partido explica su política, ilustrándola con el discurso que habría pronunciado nuestro diputado si le hubieran dado tiempo:
"... los patrones no van a solucionar los problemas de los trabajadores. Sólo un gobierno de los trabajadores puede solucionar nuestros problemas (...) Pero Lula no quiere hacerlo (...) Por eso los trabajadores no están preparados para tomar en sus manos los destinos del país. Pero Lula y el PT defienden la democracia. Entonces les pedimos que sean consecuentes. Que... exijan como nosotros que sean convocadas elecciones generales para elegir al presidente y todos los otros cargos... " (p. 4).
Y para terminar la dirección del partido brasileño dice:
"Planteamos este supuesto discurso para ejemplificar lo que queremos decir con consignas que son centrales para un período y consignas para la acción . En el discurso queda claro que nuestra propuesta es una salida de clase, pero eso no significa que propongamos... que Lula debía tomar en ese momento el poder . Un discurso de ese tipo sólo provocaría carcajadas. Nadie nos tomaría muy en serio... La consigna para la acción es, entonces, las elecciones, no porque sean la mejor salida sino porque no hay otra mejor que sea realizable en ese momento" (ídem, subrayados nuestros).
Las conclusiones de estos enunciados son las siguientes:
1) La política de la dirección de nuestro partido brasileño es etapista : ante la crisis política del gobierno de Collor, la "alternativa de clase" (el gobierno de Lula responsable ante la CUT) no es una consigna para agitar "ya mismo" sino una "consigna central para el período", es decir para el futuro (programa máximo). Para hoy, dicen los compañeros, "la respuesta sólo puede ser en el campo de la democracia burguesa: Elecciones generales" (programa mínimo).
Esta política propone que la salida a la crisis es el régimen democrático burgués, las elecciones, no el régimen obrero, la toma del poder por la CUT. Pero va incluso más allá: propone un gobierno burgués con el argumento de que ahora no puede haber un gobierno obrero porque "Lula no quiere" y las masas no tienen el necesario "nivel de conciencia".
2) Esta concepción también es de adaptación a la conciencia atrasada de las masas . Nosotros siempre hemos sostenido que el contenido de las consignas debe responder a las necesidades objetivas . En el caso del Brasil, eso significaba dar una respuesta revolucionaria a la crisis del sistema capitalista (económica), del régimen (la democracia burguesa) y del gobierno (Collor). Esa respuesta no podía ser otra que el gobierno obrero y popular que expropiara a la burguesía y al imperialismo. También hemos sostenido siempre que, en la forma , debemos tratar de formular la consignas (si se puede) adecuándolas a la conciencia de las masas. Por eso en Brasil la consigna de poder era el gobierno de Lula responsable ante la CUT. La dirección del partido brasileño sostiene, por el contrario, que el contenido de nuestras consignas responde a "al nivel de conciencia de las masas" : por lo tanto, como esa propuesta "sólo provocaría carcajadas" y la clase obrera "no estaba en condiciones" para entenderla, no debía ser nuestra principal consigna de agitación como solución revolucionaria a la crisis.
3) De esta manera los compañeros caen en una posición posibilista , de que sólo se agitan las consignas que son "realizables", cuando dicen que "la consigna para la acción es las elecciones porque no hay otra mejor que sea realizable". Contra esta concepción, nosotros siempre hemos sostenido que las consignas de transición se levantan, no porque sean realizables en ese momento , sino porque, al dar la respuesta revolucionaria a las necesidades objetivas del movimiento de masas, tienden un puente entre sus luchas presentes y la toma del poder y, por esa vía, entre su actual conciencia atrasada y la conciencia revolucionaria, que es lo único que hace "realizable" la consigna de la toma del poder.
4) La política de la dirección de nuestro partido brasileño es una capitulación en toda la línea a la reacción democrática, concretamente al régimen democrático burgués brasileño. Ni siquiera servía para combatir al régimen en el propio terreno democrático, como pretendía. Mientras la propia burguesía brasileña preparaba una reforma constitucional para ir a un régimen más parlamentarista, nuestro partido exigía elecciones bajo el actual régimen presidencialista . De esta forma, al no levantar una salida obrera y popular, nuestro partido no luchó para evitar que la reacción democrática imperialista burguesa robara a las masas el triunfo que significó la caída de Collor, y le dejó las manos libres para la sucesión de Itamar y para remendar al maltrecho régimen democrático burgués por una vía "institucional", reformista.
5) Esta política significó, además, una capitulación a Lula, ya que no se lo emplazó a que tomara el poder ya mismo a la cabeza de la CUT, sino que se coincidió con este burócrata traidor en la política de mantenerse "en el campo de la democracia burguesa". ¡Como Lula "no quería" ser el presidente obrero de un régimen de la CUT, nosotros tampoco se lo exigíamos! Y así le dejamos las manos libres para que él, el PT y la CUT siguieran siendo pilares fundamentales del régimen y no dimos para nada la "pelea por la dirección".
La otra cara de esta política es que la dirección brasileña adopta una estrategia de construcción del partido basada en la juventud estudiantil y en un frente único revolucionario con otras corrientes, disolviendo a nuestro partido en él para construir un partido diferente, definido como "un nuevo partido revolucionario legal para ocupar el espacio político abierto con... la derechización del PT" ( Proyecto de documento político , pág. 4). A esta definición se le agregó que será un partido de oposición a Itamar (no disponemos de un documento al respecto, pero así lo expresaron varios dirigentes del partido brasileño en el CEI). Esta política se parece peligrosamente a la que condujo a la crisis y división de la sección argentina: el "Partido de los No a Menem" de 1990.
La política de constituir un nuevo partido a través de unificarnos con otras corrientes, en la forma en que la plantea la dirección del partido, es muy peligrosa por las siguientes razones:
1) No se hace ninguna caracterización social de las direcciones de esas corrientes (ni, por lo tanto, del carácter de las propias corrientes); no se dice si son obreras, o pequeñoburguesas, o sindicalistas burocráticas de oposición a Lula. Tampoco se hace una caracterización política: no se dice si son centristas cristalizadas o centristas trotskizantes, ni por qué. La dirección del partido se propone hacer el "nuevo partido revolucionario legal" con cualquiera que esté a la izquierda de Lula, cuando dice: "Es necesario dar una forma partidaria al proceso de ruptura con el PT. Vamos hacia los grupos que componen el Encuentro de Bello Horizonte para llamarlos a la construcción de este nuevo partido. Vamos a hacer lo mismo con los grupos que componen el frente" (ídem, pág. 10).
2) La tarea de construir ese nuevo partido tiene como eje las elecciones, no avanzar en un programa y una política común para intervenir en forma revolucionaria en la lucha de clases: "Lo que decimos de ser más ofensivos en buscar definiciones y de la urgencia de ellos, tiene que ver con... la importancia de aparecer rápido como partido que dispute abiertamente con el PT y de la importancia en ese sentido de definir cómo es que vamos a dar la pelea por la legalidad" ( El proceso revolucionario y la construcción del partido , pág. 17).
3) Con la política de adaptarse a la conciencia atrasada de las masas (y posiblemente también de la dirección de esas corrientes) no podemos dar sobre estas últimas la batalla por una política revolucionaria para Brasil. Tampoco podremos, por lo tanto, hacer la experiencia sobre si son capaces o no de evolucionar hacia una política trotskista. ¿No será que la dirección del partido brasileño busca, no el programa mínimo revolucionario para hacer un FUR de verdad, sino el "mínimo común denominador" para unirnos a toda costa en un partido electoral?
4) Para peor, y reflejando claramente su carácter electoral y su política democratista, esta estrategia de construcción del partido no apunta a centrar nuestros esfuerzos en fortalecernos en la clase obrera, sino en priorizar en forma casi absoluta al estudiantado: "el sector prioritario para nuestra construcción [es] la juventud" (ídem, pág. 17). Y tanto lo es que "se tienen que volcar a la juventud... al mejor organizador y al mejor propagandista que tenga el partido, y que ese criterio hay que dar a las regionales" (ídem, pág. 18).
Seguramente es correcto dedicar una parte menor de las fuerzas del partido a captar estudiantes, pero lo que propone la dirección del partido brasileño no es eso sino dedicar los mejores cuadros del partido a escala nacional y de las regionales a militar sobre el estudiantado. Y lo hace precisamente cuando pretende hacer un "frente único revolucionario" de carácter electoral, y además el partido está en crisis, es decir cuando necesitamos más que nunca priorizar a la clase obrera, sus luchas de resistencia al plan de ajuste y la construcción allí de nuestro partido.
Con la experiencia que hemos hecho con A Luchar en Colombia (donde al menos nos orientamos hacia una vanguardia sindical dirigida por la guerrilla, no estudiantil), y las conclusiones teóricas y políticas que de ella extrajimos, creemos que esta política, frente a la cual el SI ha guardado silencio y un sector importante del CEI ha apoyado, pone en serio peligro a nuestra sección en Brasil.
El 9 de noviembre se realizó en Argentina el primer paro general contra Menem. Paró alrededor del 70% del proletariado industrial; también lo hicieron, en menor medida, los sectores de servicios e incluso algunos sectores de comerciantes. Fue un indudable paso adelante del movimiento obrero, cuyas luchas venían siendo sistemáticamente derrotadas. El periódico siguiente lo reconoce con un titular de primera plana: "El 9 golpeamos a Menem-Cavallo [el ministro de Economía]". La política que aplicó ante este importante hecho de la lucha de clases la mayoría de la dirección del partido fue completamente equivocada y tuvo consecuencias negativas para el partido.
Desde que se anunció el paro, la dirección del partido ubicó a la burocracia, no al gobierno, como enemigo fundamental, y puso el centro en denunciar a la burocracia que lo convocaba, no en atacar al gobierno y en llamar a los trabajadores a hacer un paro masivo para "golpearlo" y, a partir de allí, combatir a la burocracia. El periódico y todos los volantes insistían en que era un paro "dominguero" e "inservible" . El orador que se refirió al tema en un acto partidario realizado el día 6 (3 días antes del paro), agregó que era un "paro de porquería" y no llamó a parar. Ninguno de los periódicos y volantes previos al paro llamaba a los trabajadores a unirse para parar contra el gobierno .
El volante del 3 de noviembre definía al paro como una "maniobra de los dirigentes" --lo cual era cierto, como siempre que la burocracia lanza una medida-- y llamaba, como primer consigna, a hacer "asambleas para salir unidos contra la patronal y el gobierno, y la maniobra de la burocracia" , es decir "salir unidos... contra el paro (la maniobra de la burocracia)". El día 6 a la noche, cuando ya prácticamente no se lo podía repartir en fábrica (el 7 y el 8 eran sábado y domingo), salió un volante donde decía que había que parar, pero planteado de la siguiente manera:
"Debemos utilizar el inservible paro de la burocracia, y evitar que nos divida, haciéndole el juego a Menem. Los socialistas del partido sólo vamos a acatar lo que la base resuelva en sus asambleas y no a los`cuerpos orgánicos burocráticos. En esas asambleas propondremos repudiar a Cavallo, al gobierno y a la burocracia de todo pelaje, en forma activa, parando el 9!"
La línea de tratar de hacer asambleas era correcta. Pero por el carácter ultraburocrático de los sindicatos argentinos era evidente que habría asambleas en una ínfima minoría de las empresas. La política de la mayoría de la dirección del partido significaba en concreto que se llamaba a los trabajadores a parar sólo si había asambleas, y si en ellas se votaba en forma "unida" el paro. Por supuesto, ni los trabajadores ni gran parte (si no la mayoría) de los militantes del partido siguieron esta política: como querían luchar contra el gobierno, decidieron hacer el único paro concreto que podían hacer, el decretado por los "cuerpos orgánicos", es decir por la CGT burocrática y los sindicatos burocráticos que la integran.
De esta política se desprenden las siguientes conclusiones:
1) Ante el primer paro general contra Menem la dirección del partido no llamó a los trabajadores a movilizarse con todas sus fuerzas para golpear al enemigo de clase: el gobierno, su plan económico fondomonetarista, el imperialismo y la burguesía. De esta manera capituló ante el gobierno de Menem.
2) El programa que levantó la dirección "para luchar" fue el siguiente: "avanzar hacia la unidad en cada lugar de trabajo" ; para eso: "levantamos nuestro reclamo contra la patronal [de cada empresa]" (periódico Nº 433).
Es decir que el centro de la política era la "unidad" por fábrica, con un programa sólo sindical de enfrentamiento a la patronal, no la unidad a escala nacional de la clase obrera para hacer un paro general político de enfrentamiento al gobierno y a su plan económico. Esta es una expresión de etapismo economicista puesto que, ante un paro general, en lugar de levantar un programa de transición contra el imperialismo, la burguesía, el régimen y el gobierno, la dirección propuso luchas parciales por fábrica con un programa de reivindicaciones mínimas. De esta forma ubicó al partido a la derecha de los propios trabajadores, que decían: "Los dirigentes son una basura, con el paro vamos a perder plata y no vamos a ganar nada, pero paremos contra Menem".
3) Entre otros análisis equivocados, la dirección, repitiendo los análisis que hacíamos en 1990, decretó la muerte de los sindicatos y de la burocracia, afirmando que los trabajadores argentinos habían "perdido el polo de referencia que era la CGT" , y que para el partido "el peligro es... que nos confundan con los cuerpos orgánicos" ( Minuta sobre la coyuntura nacional , votada mayoritariamente por el CC del partido, Circular Interna Nº 414). Y aplicó la orientación de la Resolución sobre Latinoamérica del CEI de centrar nuestra política en la inexistente "reorganización del movimiento obrero". En el caso de la Argentina, esto significó definir la política frente al paro haciendo seguidismo a una vanguardia de las luchas anteriores, totalmente derrotada y desmoralizada, que no quería parar por odio a la burocracia. De esta manera, aplicó una política que impidió al partido intervenir en las luchas de la clase obrera tal cual se dan, combatir al enemigo de clase imperialista-burgués y al gobierno de Menem y luchar en serio contra la burocracia que llamó al paro, ubicando al partido a la derecha de esa burocracia.
El SI ha emitido una declaración sobre Maastricht titulada Nuestras Propuestas ( Correo Internacional No. 60), que capitula en toda la línea al imperialismo europeo.
1) La declaración abandona nuestra definición tradicional del proceso de la revolución europea como un proceso único que abarca la revolución anticapitalista en Occidente y la revolución política en el Este. Los Estados obreros burocráticos del Este, la política del imperialismo occidental hacia ellos y el proceso de la lucha de clases que allí se desarrolla no son mencionados ni una sola vez, ni en el análisis ni en la política.
2) La declaración no denuncia al proyecto imperialista de Maastricht como una ofensiva de conjunto contra el movimiento obrero y de masas en toda Europa. No dice que esta ofensiva se expresa económicamente en los planes de ajuste contra el proletariado occidental y en la embestida del imperialismo europeo para semicolonizar a los países del Este y restaurar en ellos el capitalismo. No dice que esta ofensiva económica se desarrolla a través de medios políticos y militares, que apuntan a seguir destruyendo las organizaciones obreras en occidente y a destruir a los Estados obreros en oriente, así como a establecer la hegemonía total de las grandes potencias imperialistas sobre las nacionalidades oprimidas en toda Europa.
3) Consecuentemente, la declaración no llama a los trabajadores europeos de occidente y oriente a unificar y coordinar sus luchas de resistencia contra los planes de ajuste y de restauración capitalista. Ni siquiera llama a hacerlo en Europa occidental, limitando la lucha contra la ofensiva imperialista a una suma de luchas inconexas país por país.
4) La declaración denuncia el carácter imperialista de Europa occidental en relación al "Tercer Mundo" y a las colonias, como "Nueva Caledonia, Ceuta y Melilla, etcétera". Pero no denuncia que el imperialismo europeo también oprime y combate con medios militares a vascos, irlandeses y muchas otras nacionalidades dentro de sus propios países, ni defiende a esos movimientos nacionales. Tampoco denuncia la opresión y explotación imperialista de los trabajadores inmigrantes. Tampoco denuncia la ofensiva imperialista hacia el Este, no levanta consignas contra la semicolonización de esos países por el imperialismo europeo ni contra su ofensiva para restaurar en ellos el capitalismo. Y, lo que es mucho más grave aún, no denuncia la intervención militar en esos países ni exige que se retiren de oriente, especialmente de Yugoslavia, todas las tropas imperialistas europeas, vayan o no disfrazadas de cascos azules. De esta forma capitula completamente a la ofensiva económica, política y militar del imperialismo europeo contra los Estados obreros burocráticos.
5) La declaración no llama a la clase obrera a acaudillar la lucha contra el proyecto de Maastricht con sus propios métodos y organizaciones. Sin dejar de ser luchas defensivas, en los últimos dos años ha habido innumerables huelgas parciales y algunas de ellas generales o que tendían a generalizarse o daban lugar a movimientos más amplios (Alemania, Italia, Grecia, Polonia, Eslovenia, mineros ingleses, etcétera). Todas ellas, al menos en occidente, fueron canalizadas a través de los sindicatos tradicionales, cuyas direcciones traidoras apoyan al proyecto de Maastricht. Pero la declaración no llama al conjunto del movimiento obrero a seguir por ese camino, a enfilar hacia huelgas generales, ni a coordinarlas y unificarlas a escala de toda Europa para derrotar la ofensiva imperialista. Por el contrario, no llama a la huelga general sino a "la realización de campañas unitarias con las organizaciones sindicales y políticas de izquierda que se manifiesten contra el Tratado" . Esta es una política hija directa de la teoría de la "reorganización del movimiento obrero", que en lugar de tratar de unificar al proletariado a partir de sus luchas presentes para elevarlas a una lucha de conjunto contra el plan imperialista, centra la acción de nuestros partidos sobre unas supuestas organizaciones de izquierda que, si existen, deben ser marginales o, en el mejor de los casos, organizar a una ínfima minoría de la clase obrera europea.
6) Aunque las consignas centrales que levanta esta nueva declaración del SI no giran en torno del referéndum (como sí ocurría en la declaración anterior --BII No. 53--), esta consigna sigue teniendo un gran peso, puesto que se le dedica uno de sus siete incisos. Levantar la consigna de referéndum para todos los países de Europa es una capitulación a la democracia burguesa. Solo podemos levantarla en aquellos países donde caractericemos que ayudará a movilizar a las masas y a derrotar al proyecto de Maastricht. Este es el enfoque trotskista de las consignas democráticas, que el movimiento obrero y revolucionario utiliza o deja de utilizar en función de los intereses de clase. El enfoque de la declaración es el de la democracia burguesa como estrategia, no como táctica.
7) La otra cara de esta capitulación a la reacción democrática imperialista aparece en la forma en que se plantea la consigna correcta de los Estados Unidos Socialistas de Europa. Si bien se dice al pasar que se trataría de "una Europa al servicio de los trabajadores y gobernada por ellos" , no se dice que, para lograrla, los trabajadores de occidente deben derrocar a los gobiernos y regímenes de sus burguesías imperialistas, expropiarlas y tomar el poder; no se dice que los trabajadores de los países del Este deben derrocar a sus gobiernos burocráticos o pequeñoburgueses y también tomar el poder para hacer retroceder el proceso de restauración capitalista; no se dice que la lucha contra los planes de ajuste en occidente y contra la restauración en el Este tiene que elevarse a esas tareas políticas y que, en caso contrario, terminarán triunfando los planes del imperialismo. En lugar de decir que el trotskismo tiene esta estrategia y se la propone hoy mismo a los trabajadores , la declaración lo plantea como algo para el futuro en lo cual el trotskismo no tiene nada que ver, cuando dice: "los trabajadores europeos tienen que levantar su propia alternativa y definir una estrategia para tomar en sus manos el poder político..." .
8) De esta forma, la declaración abandona la tarea de construir partidos trotskistas de la Cuarta Internacional, en momentos en que, al unificarse el imperialismo europeo en su ofensiva contra los trabajadores de occidente y oriente, esa tarea es más importante que nunca. Pero aún, delega esa tarea a "los trabajadores" en general, cayendo en una concepción menchevique y antileninista del partido.
9) Finalmente, la declaración es total y absolutamente pacifista. Así como no denuncia la penetración militar del imperialismo europeo en el Este y sus agresiones en el resto del mundo (Irak, por ejemplo), tampoco menciona el auge de los grupos nazis ni alerta a los trabajadores que las burguesías imperialistas no vacilarán en reprimirlos (como ocurrió, en otros casos, en varias huelgas en España) si sus luchas ponen en peligro el proyecto. En consecuencia, no llama a los trabajadores del Este a armarse para expulsar a las tropas imperialistas, fundamentalmente en Yugoslavia, ni llama a los de occidente a organizar sus piquetes de autodefensa para aplastar a los nazis y defender sus luchas de la represión de la burguesía.
Ya hemos señalado que la Declaración de la LIT frente a la intervención militar en Somalia (BII No. 56) constituye un salto cualitativo en la derechización de nuestra dirección internacional. Ahora vamos a demostrarlo.
1) La Resolución dice que la LIT "se opone a esta hipócrita intervención militar imperialista" y "llama a los trabajadores y los pueblos del mundo... a oponerse a ella" (pág. 4). Pero no llama en ninguna parte a expulsar al imperialismo armas en mano . No llama a los somalíes a echar a tiros a las tropas imperialistas. No dice que apoyará incondicionalmente a cualquier sector que enfrente militarmente al imperialismo. No llama a hacer de Somalia un nuevo Vietnam. No llama a los negros del mundo, especialmente los de los Estados Unidos, a luchar por la derrota militar de los imperialistas. No llama a los negros del Africa y a todo el continente africano a levantarse en apoyo a sus hermanos somalíes para masacrar a la canalla imperialista.
Para el SI, "es preciso antes que nada terminar con la guerra civil fratricida y buscar una solución y un gobierno democráticamente elegido sin interferencia extranjera" . Para nosotros y para cualquier revolucionario que sienta auténtico odio contra el imperialismo, antes que nada hay que expulsar a las tropas invasoras.
2) Para el SI, la hambruna que asola a Somalia no es consecuencia del sistema capitalista semicolonial. En ninguna parte de la Declaración menciona siquiera la palabra "capitalismo". Para los compañeros, "La colonización durante siglos, su uso como base militar... y los regímenes dictatoriales, son los que han dejado reducida a Somalia a su actual situación de hambre, epidemias y muerte" (pág. 1); "es la guerra civil la que ha destrozado la agricultura y la industria de esta joven nación" (pág. 2).
En consecuencia, el SI afirma que la solución para los sufrimientos del pueblo somalí es la siguiente: "Sólo el pueblo somalí es dueño de sus propios destinos, es él quien ayudado por los pueblos de Africa y de todo el mundo debe buscar la solución para el hambre y obtener la paz.
"Los recursos naturales y las riquezas de Somalia deben ser explotados por su propia población. Para ello es necesario antes que nada terminar con la guerra civil fratricida y buscar una solución y un gobierno democráticamente elegido sin interferencia extranjera. (...)
"Sólo la absoluta independencia nacional de los pueblos de Africa, la libre y soberana explotación por los mismos de sus recursos naturales en beneficio de la mayoría de la población y no de los gobiernos y las empresas imperialistas puede solucionar la hambruna y acabar con la miseria en todo el continente" (pág. 4).
En vez de utilizar la dramática experiencia de Somalia para explicar al movimiento obrero mundial que el capitalismo imperialista y los gobiernos burgueses semicoloniales conducen al hambre y la barbarie, el SI difunde ilusiones utópicas, reacccionarias y etapistas sobre que estos problemas pueden ser resueltos con "independencia", "gobiernos democráticamente elegidos" y "soluciones pacíficas", a pesar de que el trotskismo afirma lo contrario, y toda la experiencia de los países africanos que se independizaron en las últimas décadas nos ha demostrado que no es así.
Los trotskistas siempre hemos luchado por la independencia nacional contra el imperialismo, pero también hemos planteado que sólo la clase obrera, por muy minoritaria que sea, tomando el poder como caudillo de la nación oprimida y construyendo una Federación de Estados Socialistas de la región, podrá solucionar definitivamente el problema del hambre y de las guerras. Pero el SI parece haber perdido completamente la brújula de clase y revolucionaria.
La posición del SI capitula al imperialismo cuando le exige que haga beneficencia y "que el coste de la intervención militar, 300 millones de dólares, se invierta en ayuda humanitaria" (pág. 4). Y también capitula a las burguesías africanas, saliendo de garante de ellas ante las masas, cuando dice que, si esos burgueses gobiernan un país independiente a través de elecciones, explotarán los recursos naturales "en beneficio de la mayoría de la población" y acabarán con el hambre y la miseria en "todo el continente".
3) Actualmente, la política central del imperialismo es recuperar el control sobre Somalia, cuya guerra civil desestabilizaba la estratégica región denominada Cuerno del Africa, desarmar a los diferentes ejércitos e imponer una salida negociada en el marco de la política de reacción democrática. Este intento profundamente reaccionario de "reducir las tensiones" se está negociando entre el imperialismo y las direcciones de las facciones somalíes enfrentadas. Y ya se está llevando a cabo, mientras las tropas imperialistas atacan militarmente todo conato de resistencia al interior de Somalia. Hoy en Somalia no existe una facción que esté luchando decididamente contra la intervención imperialista. Pero nosotros (como hicimos en Angola) debemos exigirles a los jefes que, en lugar de impulsar la guerra entre hermanos y negociar con el imperialismo, unifiquen sus fuerzas para expulsarlo. Y si no lo hacen, denunciarlos como los peores traidores a la causa de la nación somalí. Además, ha sido una política permanente de nuestra corriente denunciar cualquier tipo de arreglos que obstaculicen la lucha contra el imperialismo y que se hagan a espaldas de las masas, como lo hicimos con Contadora y Esquipulas en Centroamérica.
El SI ha renegado de esa tradición nuestra. Propone "buscar una solución" pacífica en el marco de la situación actual, sin expulsar violentamente al imperialismo y sin denunciar a los jefes que negocian con él .
4) Ante el dramático problema del hambre, que tanto ha impactado la conciencia de las masas a nivel mundial, ningún revolucionario puede permanecer insensible. Debemos, efectivamente, exigir que llegue abundante ayuda para evitar que sigan muriendo miles y miles de seres humanos. Lo que no podemos hacer es pedir que el mismo imperialismo que ha invadido el país mande ayuda: primero hay que derrotarlo y expulsarlo. Lo que tampoco podemos hacer es no decir nada sobre quién debe controlar la distribución de esa ayuda entre la población, como hace el SI porque eso significa confiar en que la distribuirán equitativamente las mismas direcciones burguesas o pequeñoburguesas que han matado de hambre al pueblo y hoy negocian lo más orondas con el imperialismo invasor. Deberíamos exigir que la ayuda vaya a manos de las organizaciones obreras y populares de Somalia, que se formen comités de los hambrientos para distribuirla, etcétera.
Este sería un planteo de clase, de desconfianza en el imperialismo y en todo aparato burgués o pequeñoburgués. Pero el SI ya ha rebajado nuestro programa al seudohumanitarismo caritativo burgués más ramplón. Ya casi no hay diferencias entre lo que plantea la Cruz Roja Internacional y lo que la dirección le hace decir a nuestra Internacional.
Como ya hemos señalado en relación a Latinoamérica y a los países del Este, la dirección de la Internacional ha recaído en el objetivismo triunfalista que tanto combatimos contra la TMI. No era éste el método de análisis de la Resolución sobre situación mundial votada en el último Congreso Mundial, pero el SI ya está en acción para que esa Resolución quede en letra muerta. En la última reunión del CEI, se presentó un documento titulado Coyuntura mundial , que el CEI no votó pero resolvió que "bajase hasta los CC de las secciones" (BII No. 55). Ese documento afirma que "existe una nueva coyuntura mundial" que se caracteriza por seis elementos:
Como podemos ver, para los compañeros la contraofensiva política y militar del imperialismo y los triunfos que ha logrado no existe, ni siquiera como uno de los elementos de la situación mundial. Y, al definir quién está a la ofensiva, el documento dice: "Hoy el elemento más generalizado de la lucha de clases mundial es la resistencia obrera, popular y juvenil a este ataque [económico] brutal " (pág. 6).
Es evidente que, para los compañeros, el proceso de la lucha de clases mundial es un permanente ascenso del movimiento obrero y de masas y un permanente retroceso del imperialismo. No importa el retroceso de conjunto de Latinoamérica, que ya hemos señalado en el punto pertinente. No importa que en Sudáfrica, otro centro de la revolución mundial que habíamos definido en 1985, el movimiento negro haya retrocedido y el régimen blanco haya sobrevivido por la traición del Congreso Nacional Africano y del PC, y por los salvajes golpes represivos de la policía blanca y el movimiento Inkhata. No importa que, ayudado por la traición de las burocracias sindicales, el imperialismo haya asestado golpes muy serios a la clase obrera y sus organizaciones en todo el mundo, avanzando mucho más en su contrarrevolución económica. No importa que su ofensiva semicolonizadora sobre los países atrasados esté logrando grandes triunfos, no sólo económicos sino también políticos, como son las privatizaciones. No importa que el imperialismo haya invadido Panamá, haya hecho un genocidio en Irak, esté invadiendo Somalia y, mientras escribimos esta declaración, haya vuelto a bombardear Irak. No importa que entre la burocracia y el imperialismo hayan conseguido desviar el ascenso de la revolución política hacia los enfrentamientos nacionales dirigidos por la burocracia restauracionista y proimperialista, hacia la instauración de gobiernos restauracionistas, hacia la semicolonización de los Estados obreros y el avance en ellos de la restauración capitalista. No importa que tropas imperialistas, por primera vez desde la derrota de Hitler, estén pisando territorio que antes les estaba vedado en Yugoslavia. Para los compañeros, al igual que para la TMI, el frente contrarrevolucionario mundial y su contraofensiva no existen o, si existen, están siendo derrotados por las masas.
Y, por más que los compañeros mencionen la crisis de dirección revolucionaria, en el fondo la ignoran. La ignoran porque se niegan a reconocer que es precisamente esa crisis de dirección revolucionaria la que ha permitido al imperialismo obtener estos triunfos. Y la ignoran porque han inventado un "proceso de reorganización de la clase obrera mundial" (que ya había aparecido en la Resolución Mundial votada en el último congreso) que supuestamente se estaría desarrollando.
Si a esto sumamos el "agotamiento de la democracia burguesa" que el SI afirma que se está dando en América Latina e insinúa como tendencia mundial, nos reencontramos con nuestras viejas conocidas, las Tesis Mundiales de 1990: el ascenso nunca se detiene, las mediaciones democrático burguesas se desploman y la clase obrera da direcciones revolucionarias.
En relación a la situación de la lucha de clases a nivel mundial, sostenemos que, después del punto máximo del ascenso mundial (primeros triunfos de la revolución política, Caracazo, Rosariazo, huelga general en Brasil, etcétera), se ha abierto en la situación mundial una coyuntura reaccionaria , donde la ofensiva la tiene el imperialismo y el frente contrarrevolucionario que éste hegemoniza, los cuales están logrando triunfos políticos y militares sobre el movimiento obrero y de masas.
Esta coyuntura se da en el marco de una creciente crisis económica y política del imperialismo, y de que el movimiento obrero y de masas no ha sufrido derrotas históricas, aplastantes, y sigue luchando. Pero el análisis marxista no pone un signo de igualdad entre crisis por un lado y ascenso y triunfos de la revolución por el otro, como hacen los compañeros del SI. En este marco, las luchas son hoy esencialmente de resistencia a la ofensiva del frente contrarrevolucionario mundial: son luchas defensivas. Y nuestros partidos deben estar armados con esta caracterización para intervenir correctamente en ellas y construirse. Sabiendo, eso sí, que por la ley del desarrollo desigual y combinado, en esta coyuntura defensiva pueden producirse ascensos como el que, al parecer, está atravesando el mundo islámico, el que ha comenzado pero aún se desarrolla lentamente en Alemania, el de Eslovenia y Grecia, el de Venezuela, probablemente Uruguay y Polonia y quizás otros que desconozcamos.
Sostenemos también que la "reorganización del movimiento obrero mundial" no existe. En las Tesis de 1985 definimos a los procesos de la CUT y el PT brasileños, de Solidaridad en Polonia, del COSATU en Sudáfrica, de la COB boliviana como procesos nacionales , no como una "reorganización" a nivel mundial. Si hoy miramos el panorama del movimiento obrero a escala mundial no podemos mencionar un solo ejemplo que tan siquiera se acerque a los que había en ese entonces. Por el contrario, la traición de las burocracias provocó graves derrotas, y éstas agravaron enormemente la crisis de los sindicatos tradicionales, cuyos niveles de afiliación descienden en casi todo el mundo, sin que surjan otras organizaciones que ocupen su lugar . La única definición que tiene algo que ver con la realidad, es decir marxista, es que la clase obrera está siendo desorganizada a escala mundial por la ofensiva del frente contrarrevolucionario y la traición de la burocracia.
Como siempre ha ocurrido, donde hay luchas surgen sectores de vanguardia que las encabezan. Pero el carácter defensivo de esas luchas, el impacto de la coyuntura reaccionaria mundial --especialmente el comienzo de destrucción de los Estados obreros y el avance de la restauración capitalista en ellos--, y la falta de una dirección revolucionaria que gane a esa vanguardia para el programa trotskista (ni siquiera hay direcciones que las ganen para un sindicalismo clasista), hace que esos sectores de vanguardia se desmoralicen y desaparezcan o sean ganados rápidamente por los aparatos traidores.
Sin embargo los compañeros insisten en que la "reorganización" es un proceso en curso. Puesto que no tiene nada que ver con la realidad, la "reorganización" no es una categoría teórica, sino una ideología, una justificación. Una ideología de uso múltiple que permite que cada dirección nacional capitule a algún sector en su propio país y oriente la política de su partido hacia ese sector y no a dar respuestas revolucionarias al conjunto del movimiento obrero y de masas. En España nos orientamos a los sindicatos y corrientes "de izquierda" con los cuales podemos hacer marchas y pedir referéndums contra Maastricht. En Argentina, hacia la ex vanguardia desmoralizada que estuvo contra el paro (ahora la Comisión Internacional del partido brasileño, en una carta del 6/12/92, le dice a la dirección del partido argentino que se equivocó sobre a quién capitular, y propone que el partido argentino entre al CTA --un agrupamiento minoritario de la burocracia que hizo de rompehuelgas llamando públicamente a no parar-- para impulsar desde allí la línea de construir un PT). En Brasil, a los sectores a la izquierda de Lula y al estudiantado democrático, con quienes nos proponemos hacer un nuevo partido electoral. Y así sucesivamente.
Contra esta política de capitular a diferentes sectores de esa inexistente "reorganización" del movimiento obrero, nosotros sostenemos que, en esta coyuntura reaccionaria de la lucha de clases mundial, el eje de la orientación de nuestros partidos es intervenir en la resistencia a la ofensiva del frente contrarrevolucionario, para fortalecer allí nuestros partidos trotskistas , ganando lo mejor de las vanguardias de esas luchas y siendo conscientes de que lo que no ganemos nosotros desaparecerá o traicionará a nuestra clase.
Este curso revisionista en el terreno político y programático tiene su correlato en el tipo de Internacional y de partidos nacionales que estamos construyendo. Así lo demostró la forma en que se llevó a cabo la lucha contra la TMI, un sector claramente revisionista y nacional-trotskista que, como lo demostró, no estaba dispuesto a dejar de ser sección madre porque no iba a permitir que la Internacional interfiriera en su política nacional. La dirección de la Internacional levantó la bandera de la "unidad" para que no se desarrollara a fondo el combate político hasta derrotarla, única posibilidad (no garantía) de evitar que rompiera al partido argentino y a la Internacional. Luego implementó esta política a través de la Comisión Paritaria, un organismo para dirigir por consenso al partido argentino, dándole poder de veto a una minoría. Y finalmente, para tratar de que no rompiera la TMI, hizo votar en el Congreso Mundial una cláusula según la cual los dirigentes tienen el derecho de reunirse a discutir, y la base no; es una medida escandalosa, opuesta por el vértice a nuestra tradición de democracia casi absoluta para la base y disciplina estricta para los dirigentes.
Esta fue la primera manifestación del tipo de Internacional que empezaba a construir esta dirección: una Internacional poumista, de federación de corrientes internacionales y partidos nacionales; donde el centralismo democrático es letra muerta; donde se intentan resolver las diferencias a través de consensos en la cúpula hacia la base y sordas y poco claras luchas de aparato en las alturas. Una Internacional cuyos dirigentes acusan de "fraccionalismo" a todo aquel que se opone a ese método y quiere que la base participe de verdad en la discusión política clarificando y delimitando las posiciones.
Consecuentemente con esta dinámica, la dirección de la Internacional está dejando de ser patriota de la LIT. Ya lo mostró cuando fue incapaz de defenderla de la TMI. Y ahora lo vuelve a mostrar en las relaciones que mantiene con SR de Italia. Este grupo ha renegado incluso teóricamente de la dictadura del proletariado, del carácter violento de la revolución y del partido leninista de combate. Este grupo lleva su integración a la democracia burguesa hasta el grado de plantear que en la Italia imperialista y parlamentaria hay que "preparar una revolución democrática" ( Correo Internacional No. 60, pág. 12). Pues bien, este grupo entra y sale a su antojo de los organismos de dirección de la LIT, de sus Congresos y Comités Ejecutivos Internacionales donde habla, y habla, y habla como si fuera un integrante más de nuestra Internacional. Y, como si todo eso fuera poco, acaba de votar en su Congreso una política de "unificación SR-LIT... que quiere decir [constituir] una entidad diferente" (BII No. 56, pág. 18). Dicho de otra manera, en una clara maniobra divisionista, quiere "unificarse" con nosotros para liquidar a la LIT, para que la LIT deje de ser la LIT.
Y la dirección de la Internacional, que tan activa se muestra para condenar como "fraccionalistas" a los que, oponiéndonos a su política, somos leales a muerte a nuestra organización internacional, todavía no ha dicho una palabra contra SR para defender a nuestra LIT.
A nivel de las secciones, este tipo de Internacional que se quiere construir ha alentado al máximo a las tendencias nacional-trotskistas y el revisionismo sobre el carácter bolchevique, leninista de nuestros partidos. En algunos casos, como el de la dirección brasileña, se sigue recitando la letra del bolchevismo pero, como ya vimos, se aplica una concepción movimientista de partido muy similar a la que se dio en la sección argentina. En otros casos, como el de España, se aplica una concepción del partido como grupos propagandista, de no intervención en la lucha de clases. Y no sólo se la aplica, además se la teoriza: según una carta del compañero Caps al SI del 13-10-92 (materiales del CEI, pág. 11), "En el CC realizado los días 19 y 20 de septiembre el compañero J. [de la máxima dirección del partido español] y de la ex TUR y ex miembro del CEI] manifestó (están grabadas las intervenciones) que `hay que revisar la concepción morenista del partido. Por su parte el compañero San. [miembro del CEI, de la máxima dirección del partido español y de la ex TUR] dio a conocer que estaba preparando un trabajo sobre la concepción del partido y que `existían dos concepciones del partido: la de `ellos y la mía..." . El mismo compañero San. cuestionó explícitamente en el último CEI la definición morenista de partido para la acción.
En síntesis, el revisionismo político conduce, como no podía dejar de ocurrir, a la destrucción de nuestra Internacional y de sus secciones como partidos bolcheviques, democráticamente centralizados, que se construyen en la intervención en la lucha de clases y que se templan en ella para conducir a los trabajadores a la toma del poder.
La crisis por la que está atravesando la Internacional es global y se viene profundizando de manera acelerada. Como ya hemos señalado, abarca todos los terrenos: teórico, programático, político y metodológico. Un rasgo fundamental de la crisis es el nacional trotskismo que se manifestó en toda la etapa inicial, con la concepción del "partido madre" impulsada y desarrollada por la dirección Argentina. El nacional-trotskismo ahora se expresa en la dinámica federalista que ha adquirido la LIT después del IV Congreso.
Este proceso de conjunto ha conducido a que dejemos de ser el polo más dinámico del movimiento trotskista y estemos sumidos en una crisis parecida a la que sufren el resto de sus sectores.
Los peligros que nos amenazan son producto directo de la política que se ha venido aplicando desde el IV Congreso Mundial en adelante, una política que se niega a romper con las desviaciones del pasado --y en algunos terrenos las profundiza--, con consecuencias desastrosas para la Internacional y sus secciones.
La LIT que fundamos en 1982 está en proceso de disgregación y corre el peligro de desaparecer en manos de la actual dirección.
La muerte de Moreno en enero de 1987 abrió una crisis histórica de dirección en nuestra Internacional. A partir de entonces no hubo dirección probada y con autoridad. La crisis histórica atraviesa como un hilo rojo toda la crisis de la LIT desde 1987. Como toda crisis histórica, sólo era y es posible resolverla en un trabajo largo y duro dentro del movimiento obrero y teniendo una política para construir una nueva dirección.
Pero la crisis histórica no tenía por qué conducir fatalmente al curso cada vez más revisionista en que estamos. El primer Congreso --1985-- y las orientaciones adoptadas hasta la muerte de Moreno dejaron, en términos generales, correctamente armada a la Internacional y a sus secciones para seguir interviniendo en la lucha de clases. Aún más, el ascenso y las luchas que se libraron durante los anos de 1987, 1988 y 1989 podrían habernos ayudado a avanzar.
No se pueden diluir todos los problemas en la crisis histórica. Tampoco se puede justificar todo con la debilidad de la dirección que quedó. Lo de Somalia no es una "debilidad"; ¡es una posición política! Hay responsabilidades concretas que no se pueden eludir. La crisis y la tendencia al revisionismo surgieron después de la muerte de Moreno y no antes. O se nos demuestra que fuimos oportunistas con Vietnam, con Portugal, con Polonia, con Nicaragua, con Malvinas, o el intento de hacer responsable a Moreno por los errores que nosotros cometimos y cometemos es un intento de renegar de nuestra gloriosa tradición.
Guardando todas las proporciones vale la pena hacer la analogía con la crisis histórica abierta con el asesinato de Trotsky. La dirección débil e inexperta que quedó enfrentó muchas dificultades para dar respuesta a los grandes problemas que se presentaron en la lucha de clases en la guerra y en la posguerra. Pero apoyándose en el Programa de Transición, en la teoría-programa de la revolución permanente, en el método trotskista, en las enseñanzas de Lenin y de la Tercera Internacional, dio respuesta a todos esos procesos aunque con tardanza. La crisis de dirección abierta con la desaparición de Trotsky se estaba empezando a superar, aunque lentamente, con el proceso de maduración de la nueva dirección. Pero --como dice Moreno--: "Este proceso de superación de la crisis de dirección provocada por el asesinato de Trotsky se corta abruptamente como consecuencia del revisionismo pablista" .
En el caso concreto de la LIT la dirección que quedó luego de la muerte de Moreno --dirección controlada y hegemonizada por la dirección del partido argentino-- jugó desde un principio un rol fundamental en conducir a la Internacional a la actual crisis. Aun más, entre 1987 y 1990 todo los intentos que se dieron parciales y débiles de resistir los errores y equivocaciones de la dirección, en los partidos y en la Internacional, fueron controlados o aplastados con métodos burocráticos y bonapartistas.
A partir de 1990 las condiciones objetivas dejaron de ser tan favorables para la construcción de la Internacional como en el período anterior, las presiones del imperialismo, de la reacción democrática y de la clase media se intensificaron. Pero el rol de la dirección ha seguido siendo fundamental para llevar a la LIT cada vez más a posiciones revisionistas y al abandono del centralismo democrático. Es una dirección que, en lugar de batallar contra esas presiones y armar a la Internacional, cede a las mismas. Esto se ha puesto mucho más de bulto en el año que ha transcurrido desde el IV Congreso.
La Internacional y sus partidos, con desigualdades, hemos sido sometidos a una fuerte presión por parte del imperialismo, la reacción democrática, el parlamentarismo -- y en ciertos momentos por el retroceso del movimiento obrero--. Esta presión se dio en el marco de la crisis histórica de dirección abierta con la muerte de Moreno. Pero esta combinación no lo explica todo. Nuestros partidos y direcciones siempre están sometidos a las presiones de las clases enemigas, pero no siempre ceden a ellas. Tenemos que explicarnos por qué desde 1987 hemos tenido una dirección que le ha cedido de manera sistemática a esas presiones. Hay causas sociales profundas. Detrás de toda desviación oportunista y de todo curso revisionista siempre hay profundos problemas sociales y de clase.
Moreno decía que la dirección de la cual él mismo era eje era débil y no probada, porque no había dirigido un partido con influencia de masas ni una revolución. Pero él, al menos, sí había sido probado en la dirección de luchas importantes del movimiento obrero,en la construcción del partido en la clase y en el desarrollo de nuestra corriente internacional. El resto de la vieja dirección del partido argentino provenía esencialmente de la pequeña burguesía, del movimiento estudiantil; no se hizo en el movimiento obrero y sus luchas sino respondiendo a las necesidades internas del partido; tenía años de rentada lo que la hacía marginal de la sociedad, y actuaba de acuerdo a las necesidades del aparato, elaborando la política desde las oficinas de los locales, y funcionaba con métodos burocráticos que impuso en los partidos y en la Internacional. Junto con esto, practicó desde la muerte de Moreno el más aberrante nacional-trotskismo.
La dirección surgida del IV Congreso Mundial no es la misma del período anterior, pero tampoco nos ha armado para responder correctamente a los problemas de la lucha de clases y mucho menos para orientar a la Internacional hacia el movimiento obrero, para proletarizarla, internacionalizarla y bolchevizarla. Esta dirección tampoco ha planteado ninguna medida práctica para contrarrestar las presiones de clase ni los problemas sociales que arrastra.
Como parte de la explicación de la crisis y sus profundización en el último año es necesario hacer un balance del IV Congreso. Fue un congreso globalmente equivocado. Las decisiones que se adoptaron y la dirección que surgió han profundizado la crisis de la LIT hasta limites sin precedentes.
En las decisiones que se tomaron ya empezaba a haber un cuestionamiento al método del Programa de Transición, a la teoría-programa de la revolución permanente, a los criterios de clase centrales que tiene el trotskismo para definir su política y al carácter del partido.
El pasado Congreso Mundial no significó un paso adelante. Por el contrario, agravó la crisis por tres razones:
a) En el terreno político, documentos fundamentales (como el referido a la ex URSS y algunas partes de la Resolución Mundial) ya traían, más o menos desarrollados, los elementos que conducen a las políticas equivocadas que hemos señalado.
b) En el terreno metodológico, fue un Congreso regido por el consenso, no hubo una discusión clara y abierta, ni una clara delimitación de posiciones. De hecho, en él se dio un paso más en el abandono del centralismo democrático y la imposición de las concepciones federalistas y poumistas.
c) En el terreno social, no examinó a fondo el peso que este factor tiene en la crisis de la Internacional y su dirección, y por lo tanto no votó una política clara y precisa de proletarización de la Internacional y mucho menos de su dirección.
El CEI que surgió de ese Congreso hoy está completamente en crisis: cuando puede votar algo, se votan políticas equivocadas (Yugoslavia, Cuba); no da respuesta a la situación de dos secciones claves (Brasil, España); se presentan documentos --por ejemplo, sobre la coyuntura mundial-- que luego se retiran para "corregir" en aras de mantener la "unidad" del consenso (eso hizo que la mayor parte de los puntos del orden del día terminaran sin ninguna votación); no se discute siquiera un documento fundamental como el que votó el pasado CEI sobre América Latina (donde está el grueso de nuestras fuerzas) pese a que los hechos de la lucha de clases pusieron de manifiesto que estaba completamente equivocado, y un largo etcétera.
A nivel de las secciones, casi todas --sino todas--, también están en crisis:
a) Brasil --una de nuestras dos secciones más importantes-- "está en crisis" y sufre "una importante crisis de dirección" ( El proceso revolucionario brasileño y la construcción del partido , pág. 14).
b) Argentina --nuestra otra sección más importante y la de mayor tradición-- donde, después de la ruptura con la TMI y del posterior Congreso, el partido ha sufrido dos desprendimientos más y, según el informe de su Comité Ejecutivo, ha perdido el 20% de los militantes que tenía en el Congreso.
Esta crisis se ha agravado aun más por la política frente al paro general. En los días previos al paro, el régimen centralista democrático del partido desapareció. En lo democrático, porque no se escuchó a grandes sectores de la base partidaria más ligada a la clase que alertaba que el paro iba a ser fuerte en el movimiento obrero industrial, y ni siquiera se reunió el CC para fijar posición frente al hecho más importante de la lucha de clases en los últimos dos o tres años. En lo centralista, porque regionales enteras, equipos en pleno y centenares de militantes en forma individual llamaron a parar, aplicando una política que no era la de la dirección del partido. Después del paro, esta crisis se manifestó en una división del CC prácticamente mitad y mitad en relación al balance y a la política a aplicar en adelante.
c) España --nuestra sección más importante en Europa, punto de apoyo insustituible para nuestra actividad allí y en el Este--, hoy desgarrada por una aguda lucha política que amenaza reducirla a su mínima expresión.
d) Otras secciones como las centroamericanas que son tan importantes para la Internacional, están en franco retroceso. El partido colombiano, el de mayor tradición después del argentino y que ha intentado dar una batalla contra las políticas equivocadas de la dirección de la LIT, también está atravesado por esta profunda crisis. La actividad en Polonia se ha desarrollado en un enfrentamiento constante y cada vez más crítico con quienes lo atienden en representación de la dirección internacional.
Esta dinámica de ida y vuelta y profundización de la crisis entre la dirección de la Internacional y las secciones lleva a un proceso cada vez más nacional-trotskista y federativo, donde la dirección de las secciones terminan elaborando sus propias posiciones y aplicando su propia política incluso en el terreno internacional.
En la resolución sobre Elaboración teórico-programática que votó el último CEI, se enumeran los siguientes temas:
"I. Los Estados obreros, Dictadura del proletariado, construcción del socialismo y revolución mundial...
"II. La cuestión nacional, el derecho a la autodeterminación y su relación con el combate del proletariado y de la revolución socialista en nuestros días.
"III. La situación del capitalismo imperialista y las premisas objetivas para la revolución mundial...
"IV. Cambios estructurales y reorganización del movimiento obrero...
"V. Clase, Partido y Dirección. Bases y métodos de construcción de los partidos obreros revolucionarios y la Cuarta Internacional...
"VI. La revolución permanente y el método del programa de transición..."
Desde luego que se puede poner en discusión todo, pero diciéndole a la LIT y sus Partidos de dónde se arranca y qué se defiende de ese acerbo teórico-programático. Este no ha sido el procedimiento del CEI. En síntesis, según la dirección de nuestra LIT todo, absolutamente todo, está cuestionado y en discusión. La dirección ha decretado la bancarrota teórica y política de la Internacional porque ha declarado sujetos a revisión nuestros principios, nuestros métodos de elaboración de programa y política y nuestra concepción de partido. Para peor, mientras los camaradas se toman su tiempo para "estudiar y elaborar", sin haber presentado al conjunto de la Internacional ni un solo documento donde expliciten qué es lo que están revisando y a qué conclusiones han llegado, ya aplican en la política y el programa esas revisiones como ha quedado demostrado en la primera parte de este documento en relación a la caracterización de los Estados Obreros, la escisión de nuestro programa en mínimo y máximo, las consignas que se elaboran no en base a las necesidades sino a la conciencia de las masas y la concepción del partido centralista y democrático.
Nosotros no nos oponemos a discutir los problemas teóricos y programáticos que plantea la lucha de clases. Aun más, creemos necesaria esa discusión. Pero al mismo tiempo defendemos nuestra herencia y tradición teórica, programático-política, de concepción del partido y de la Internacional, elaborada y probada ante los hechos más importantes de la lucha de clases mundial a los que nos tocó dar respuesta hasta la muerte de Moreno. Defendemos esa tradición, que heredamos del bolchevismo, de la Tercera Internacional de Lenin y Trotsky, de la Cuarta de Trotsky y del casi medio siglo de construcción de nuestra corriente, y que hoy está siendo atacada ferozmente por la propaganda del imperialismo y sus socios burgueses, pequeñoburgueses y burocráticos. Queremos, a partir de ella, ofrecer una alternativa al conjunto de la Internacional que permita corregir el rumbo que está tomando nuestra organización y nos permita dar respuesta a los importantes hechos de la lucha de clases que estamos viviendo.
Definida la desviación y precisadas las causas, es necesario ponerse de acuerdo en cómo rectificarlas. El bolchevismo y el trotskismo tienen experiencias y recomendaciones a las que hay que volver. Esas recomendaciones han sido patrimonio de nuestra corriente y se pueden sintetizar en proletarizar, bolchevizar e internacionalizar. Esto quiere decir:
1) Definir una política orientada hacia los problemas de la clase obrera y las masas trabajadoras. Que el centro de nuestra actividad sea el movimiento obrero, particularmente el proletariado industrial; desde allí impulsar sus luchas y las de las masas populares para enfrentar los planes de ajuste y las políticas del imperialismo y los gobiernos burgueses y burocráticos. Debemos dar especial importancia a que nuestras secciones actúen en la vida sindical y en los organismos de lucha que la clase obrera genere y adopte. Que la dirección y los cuadros se pongan a la cabeza de las medidas que permitan la reubicación de nuestra Internacional y nuestros partidos en el movimiento obrero. ¡Volvamos a nuestra tradición! ¡Proletaricemos a los militantes provenientes de la pequeña burguesía! ¡Que la dirección y el conjunto del partido vaya a vivir a los barrios obreros! ¡Que desde la dirección se atiendan regularmente las fábricas y empresas más importantes del país!
2) Es necesaria una transformación radical de la vida interna de la Internacional y sus secciones. "Como decía Trotsky, hay que evitar el peligro de que los intelectuales y los empleados supriman la minoría obrera, la condenen al silencio y transformen el partido en un club de discusión muy inteligente, pero absolutamente inhabitable para los obreros" (citado en la Declaración y Plataforma de la Fracción Bolchevique ). La situación actual de la LIT la está haciendo inhabitable para los obreros. Es necesario tomar medidas radicales y urgentes antes de que sea tarde y queden sólo los intelectuales y empleados discutiendo entre ellos.
3) Dotémonos de una política que permita que los nuevos y viejos camaradas obreros participen de la vida partidaria, de los congresos de los partidos y de la Internacional, y de sus organismos de dirección. Que la dirección de nuestros partidos y de la Internacional tenga un fuerte componente "integrado por los mejores dirigentes trotskistas probados en las huelgas obreras y movilizaciones de masas" (ídem, Bogotá, Pluma, pág. 223). Parte de esta política es que rentemos a los cuadros obreros que se destaquen en la actividad y que empiecen a jugar un rol de dirección en las secciones y en la Internacional.
4) Luchemos sistemáticamente contra el nacional-trotskismo y por la internacionalización de los partidos. Erradiquemos el criterio de "partido madre". Luchemos por que se valoren de igual manera las opiniones de los partidos grandes y pequeños. Que el centro de la discusión de nuestros equipos y direcciones sean los problemas internacionales, la situación de la Internacional y el trabajo militante internacionalista.
5) Volvamos a la Internacional y los partidos centralistas democráticos, tal como lo entienden los Estatutos de la LIT y como lo plantea la Tercera Internacional. Ratifiquemos una vez más las definiciones de militante y equipo de esos documentos, el carácter conspirativo de nuestros partidos y la relación del trabajo legal con el ilegal. Volvamos a nuestra vieja consigna de "Tarea votada, tarea cumplida".
6) Definamos y apliquemos una política contra el burocratismo y el método de conducción aparatista de los partidos y de la Internacional. Que no haya más de un rentado cada cien militantes (y que las excepciones sean discutidas por el CEI de la Internacional). Que las finanzas regulares de nuestros partidos y de la Internacional provengan de las cotizaciones de los militantes, de las campañas financieras y de la venta del periódico. Que los ingresos parlamentarios o que provengan de nuestra participación electoral sean entregados a la Internacional. Que las direcciones de nuestros partidos y de la Internacional estén ligadas a la base. Que los miembros de las direcciones nacionales y los de la dirección internacional militen en un equipo de base.
7) Es necesario politizar nuestros partidos a través del estudio y la discusión permanente en los organismos de dirección y de base de la lucha de clases internacional y nacional y de la política con la cual intervenimos en ella, y a través de cursos teóricos y políticos.
Junto con la lucha por revertir el curso político y programático revisionista, este combate por la proletarización, internacionalización y bolchevización de nuestra Internacional y sus secciones es el único camino para revertir y superar nuestra crisis.
Como se desprende de la magnitud de las diferencias políticas y metodológicas que tenemos con la dirección de la Internacional, de la caracterización que hacemos de su política como un claro curso revisionista y de la definición de los efectos de esa política y esa metodología como disgregadores de nuestra Internacional y sus secciones, la única actitud consecuente, responsable, leal y seria que podemos adoptar es dar una lucha organizada para revertir el rumbo actual.
Tomando en consideración que el IV Congreso Mundial votó "Convocar el V CM en un año y medio" ; que los Estatutos de la LIT establecen que "el período previo al Congreso Mundial ordinario debe cubrir un mínimo de seis meses" , y que por lo tanto la fecha límite que tiene el CEI para convocar a un Congreso mundial y abrir el período precongreso es marzo de 1993, los firmantes de estas Conclusiones hemos resuelto llamar a la constitución de una tendencia internacional en esa fecha, para la cual ha sido convocado el CEI que tiene que abrir el período precongreso.
Pablo Soto y Luis Valencia (DN de Ecuador); Smith (CC del PST del Perú); Chico (CP del PRT de Nicaragua; Carlos A. (CC del PT de Honduras); Manuel y Arturo (CE del PRT(FCP) de Costa Rica); Salomón Matarrita (CC del PRT(FP) de Costa Rica); Luis E., César, Negro Blanco, Consuelo, Pedro Londoño, Wilfrido Ferrer, Marco, R. G., José D., Mono V., Henry Galeano, Luis Herrera, J. R., Luz Marina Gómez y Román (CC del PST de Colombia); Celestino y Negro Eduardo (CC del MAS de Argentina).